Fernando Alonso llegó a McLaren-Mercedes tras consagrarse como el mejor piloto del mundo con un segundo título consecutivo. Por su parte, Ferrari afrontaba una temporada de transición en la que su gran estandarte, Michael Schumacher, se retiraba dejando la necesidad de un cambio generacional. Ese giro llegaría con la incorporación de un Kimi Raikkonen hambriento después de un año aciago en McLaren. Los teóricos segundos espadas de los favoritos presentaban perfiles totalmente opuestos.
El Gran Premio de Hungría fue el punto de inflexión de este Mundial. En los entrenamientos oficiales, una decisión errónea de Ron Dennis (presuntamente involuntaria), provocó una sanción de la FIA a Alonso que entregaba la pole y la posterior victoria al británico. El asturiano se quedó solo.Si la situación en McLaren ya era complicada, faltaba el aderezo de una trama de espionaje al más puro estilo 007. Uno de los mecánicos de McLaren disponía de información confidencial de Ferrari que hizo llegar a más compañeros.
Los pilotos españoles declararon primero ante la FIA, a cambio de no recibir sanción. Hamilton tardó más en hacerlo. El organismo regulador de la Fórmula 1 fue tajante y multó con 100 millones de dólares y la pérdida de todos sus puntos a la escudería plateada. Alonso pasaría a estar en el punto de mira de Ron Dennis.Ferrari tenía en bandeja el Mundial de Constructores, un premio de consolación que sabe a poco a una escudería diseñada para ganar. La estrategia debía cambiar.En el Gran Premio de Italia, Alonso le devolvería el golpe a Hamilton con una victoria cargada de reivindicación que le permitía seguir soñando con la remontada, y con su tercer título Mundial consecutivo.
En tierras asiáticas, el asturiano estuvo a punto de recibir el toque de gracia. En el Gran Premio de Japón, con una lluvia espectacular, Alonso falló en su hábitat. Un accidente brutal le impidió terminar el Gran Premio y le puso en bandeja de plata el Campeonato del Mundo a su ‘enemigo íntimo’, o al menos eso parecía.China brindó a la afición uno de los momento más intensos del año. Cuando mejor lo tenía Hamilton para hacer historia, el pinchazo de una de sus ruedas, y su escasa capacidad de maniobra, dio un vuelco a la situación. El británico se salió de pista cuando se dirigía a boxes y decía adiós a sus opciones de ganar el Mundial en China. En un segundo plano, mientras tanto, las opciones de Ferrari, y de Kimi Raikkonen crecían y McLaren parecía no percibirlo.
Todo se decidiría dos semanas después en el Gran Premio de Brasil. Interlagos dictaría la sentencia del Mundial más polémico y disputado de los últimos años. Hamilton, y el resto de McLaren, contra Alonso, en una carrera que pasará a la historia de la Fórmula 1.Los Ferrari, sin hacer mucho ruido seguían barajando sus opciones de cara al mundial.Con todo el país volcado con Alonso, el asturiano no supo como afrontar un Gran Premio de Brasil que empezaba de manera complicada, con unas clasificaciones en las que sólo pudo ser cuarto.Una salida espectacular permitió soñar con un triunfo de Alonso, pero fue un espejismo.El asturiano fue mucho más hábil que Hamilton. El británico pagó su inexperiencia y se salió de pista al poco de salir, mientras que los Ferrari culminaron su evolución con un Gran Premio perfecto. Massa le cedió el triunfo a Raikkonen, lo que le sirvió al finés para devolverle a Ferrari su grandeza histórica con otro mundial.Así McLaren ha protagonizado el ridículo más espantoso que se recuerda. Apoyaron a un piloto que no dio la medida en el momento clave, y Alonso, sólo contra todos, no pudo darle un triunfo mundial al gran perdedor, Ron Dennis















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